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La soja paraguaya sigue permitiendo que la industria aceitera argentina trabaje con fluidez

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La soja paraguaya sigue permitiendo que la industria aceitera argentina trabaje con fluidez

A pesar de que la cosecha argentina ha mejorado tras el mal año anterior, la oferta paraguaya sigue siendo crucial para mantener la producción aceitera en Argentina, especialmente en áreas como Rosario, que dependen de un flujo constante del grano.

El procesamiento argentino de soja entre abril y septiembre de este año fue de 23,5 millones de toneladas, una cifra 47,6% superior a la registrada en el mismo período de 2023, según datos oficiales.

La noticia es que gran parte de ese crecimiento fue posible gracias a la importación en el trimestre de 4,41 millones de toneladas de poroto de soja –que en su mayor parte provino de Paraguay–, una cifra que representó el 18,9% de la molienda argentina del período, informó Bichos de Campo.

Los mayores exportadores de soja paraguaya son las filiales de Cargill y Viterra, seguidas por Agrofértil (grupo Sarabia de capitales paraguayos), Bunge, ADM, Copagra (empresa paraguaya que cuenta con asociaciones estratégicas con LDC y Bunge), Cofco y LDC, entre otras.

La Secretaría de Agricultura estima que, con una cosecha proyectada de 48,2 millones de toneladas, en el presente ciclo 2023/24 la importación de soja sería de 6,40 millones de toneladas. Un mes atrás esa estimación era de 5,5 millones de toneladas y no se descarta que pueda seguir ajustándose al alza en lo sucesivo.

Hasta el momento, según el último dato oficial correspondiente al pasado 9 de octubre, la venta de soja argentina 2023/24 sumaba 29,8 millones de toneladas (sumando industria + exportación), una cifra equivalente al 62% de la cosechada estimada por la Secretaría de Agricultura.

El ingreso de soja al mercado argentino se realiza en el marco del régimen de “importación temporaria de mercaderías destinadas a recibir perfeccionamiento industrial”, el cual –implementado por el decreto 1330/2004– facilita el ingreso de insumos con la obligación de que los mismos, una vez procesados en territorio argentino, sean exportados para generar divisas.