Brasil se ha mantenido como el mayor productor de soja del mundo en los últimos cuatro años, con más del 70% de su producción destinada a la exportación. Hasta noviembre de 2024, el país registró ventas al exterior por US$ 42.080 millones y la cosecha 2024/25 ya alcanzó el 90% del área planificada, según datos de la Empresa Nacional de Abastecimiento (Conab). Sin embargo, la roya asiática sigue siendo un desafío crítico que pone en riesgo la productividad de los cultivos.
Causada por el hongo Phakopsora pachyrhizi, la roya asiática se encuentra en todas las regiones productoras de Brasil y puede reducir la productividad hasta en un 90%. El ciclo de la enfermedad comienza con la dispersión de esporas producidas en las plantas hospedantes fuera de temporada, que son transportadas por el viento y depositadas en las hojas de soja.
Cuando las condiciones de temperatura (entre 18°C y 26°C) y humedad (humedad de la hoja durante al menos seis horas) son favorables, las esporas germinan y el hongo penetra en la hoja colonizando sus tejidos.
Entre los síntomas más comunes se encuentran pequeñas manchas, que evolucionan hacia lesiones visibles de color gris, marrón o pardo, principalmente en el envés de las hojas. Además, aparecen pequeñas protuberancias, llamadas uredias, similares a burbujas, y se produce una defoliación prematura, perjudicando el desarrollo de los granos.