El panorama de la producción agrícola en Paraguay es complejo y está marcado por retos climáticos y productivos, por lo que la clave para superar estos obstáculos radica en la innovación tecnológica, la investigación en mejoramiento genético y la adopción de prácticas agrícolas sostenibles, según la visión compartida por el gerente general de la Cámara Paraguaya de Exportadores y Comercializadores de Cereales y Oleaginosas (Capeco), Hugo Pastore.
Según indicó a Valor Agrícola, para seguir apostando al desarrollo productivo dependerá de la colaboración entre productores, investigadores y autoridades, así como de la capacidad del sector para adaptarse a un entorno cada vez más cambiante. “En materia de producción, nos encontramos en una meseta, rondando las 10 millones de toneladas, con ligeras variaciones hacia arriba o hacia abajo. Esta situación es motivo de preocupación para la cámara”, indicó.
Pastore sostuvo que, se ha observado que el departamento de San Pedro, que en su momento experimentó un notable aumento en su área de siembra, ha enfrentado en los últimos años una serie de condiciones climáticas muy desafiantes.
En ese sentido, expresó que este es un verdadero desafío en términos de desarrollo tecnológico. “Necesitamos crear variedades que se adapten a condiciones de menor humedad, escasas lluvias y altas temperaturas. Este trabajo ya está en marcha, pero la mejora genética requiere tiempo. Debemos permitir que los técnicos continúen su labor, y confiamos en que tendremos novedades en los próximos años”, señaló.
Campaña 2024/2025. Pastore mencionó que esta zafra inició con un panorama mixto. En septiembre, se avanzó significativamente en departamentos como Itapúa, Alto Paraná, parte de Caazapá y Misiones. A medida que octubre avanza, también se ha progresado en el norte, en regiones como Canindeyú, San Pedro, Amambay y Concepción.
Sin embargo, sostuvo que existe preocupación por los pronósticos climáticos, que indican una menor cantidad de lluvias de lo habitual. “Será crucial que los productores implementen medidas adecuadas para la protección del suelo, como la siembra directa y el uso de coberturas. Estas prácticas son esenciales para asegurar que la lluvia que caiga se retenga en el suelo, proporcionando la humedad necesaria para los cultivos”, alegó.