Durante el Encuentro Nacional de Siembra Directa (ENSD) en J. E. Estigarribia, Caaguazú, la ingeniera Soledad Armoa, de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Asunción (UNA), institución responsable del proyecto mundial Global Yield Gap Atlas (GYGA), presentó un análisis detallado sobre la brecha de rendimiento en los principales cultivos agrícolas del país.
El estudio revela que Paraguay puede producir un 30% más de soja, un 58% más de maíz y un 48% más de trigo. Armoa detalló que el potencial de rendimiento promedio para la soja es de 3.700 kilos por hectárea, 11.087 kg/ha para el maíz y 4.400 kg/ha para el trigo.
Indicó que si apuntamos a alcanzar el 80% del potencial implicaría un incremento de producción anual de 1,6 mill/tn de soja; 4,3 mill/tn de maíz y 0,5 mill/tn de trigo.
En cuanto a los porcentajes en otros países en los que se ejecuta este proyecto, mencionó que en Estados Unidos la brecha es de 35 %; en Uruguay, 28 %; en Argentina, 38 %; en Brasil, 45 %, y en Paraguay, 30 %. “Paraguay muestra una brecha de rendimiento agrícola que, en comparación con otros países, presenta una oportunidad significativa para mejorar”, expresó.
“Sintonía fina. Esto nos permitirá identificar y realizar ajustes específicos en nuestras prácticas de manejo en las fincas. Esto incluye aspectos como la densidad de siembra, la nutrición de los cultivos y la selección de grupos de madurez”, explicó.
Dijo que, al estimar el potencial productivo y exportador futuro de Paraguay, podemos determinar cuánto más podemos producir, ya que, con esta información, podremos planificar estrategias para organizar la logística y la infraestructura necesarias para satisfacer las demandas futuras.
Alegó que, para cerrar las brechas de rendimiento, es crucial identificar las áreas con mayores oportunidades. “Debemos enfocarnos en las regiones con brechas más amplias, donde los factores que causan estas brechas pueden ser más manejables y transformarse en oportunidades de mejora y ganancia para los productores”, puntualizó.
Además, es importante analizar el riesgo climático y ajustar las prácticas de manejo según la variación espacial y temporal. La textura del suelo, por ejemplo, ha surgido como un factor limitante en los bajos rendimientos.
Debemos identificar puntos de partida para mejorar el manejo agronómico, enfocándonos en investigaciones y desarrollos específicos que aborden las causas de las brechas. Documentar estos hallazgos con datos precisos permitirá una toma de decisiones basada en evidencia, reduciendo la dependencia de opiniones y facilitando estrategias efectivas para mejorar los rendimientos.
Sostuvo que debemos enfocarnos en optimizar los costos para lograr mayores rendimientos. “Al mejorar la eficiencia de los costos y alcanzar mayores niveles de producción, cada productor podrá incrementar sus ingresos significativamente”, señaló.
Así también, subrayó la importancia de trabajar directamente con cada productor para identificar y aplicar estrategias específicas y paquetes tecnológicos adaptados a sus necesidades. “Compararemos prácticas actuales con un sistema mejorado en fincas, con el objetivo de identificar las mejores estrategias para cerrar las brechas de rendimiento. Este será nuestro próximo paso inicial”, manifestó.