La cobertura vegetal sigue siendo un aspecto clave en el manejo agrícola en el Chaco. Año tras año, los productores han logrado mejorar pequeños detalles identificados a partir de campañas anteriores.
“Lo que repetimos incansablemente es trabajar sobre la cobertura de los lotes”, señaló el directivo de Latitud Sur Diego Benedettini a Valor Agrícola. En ese sentido subrayó que, el Chaco enfrenta dos grandes limitaciones que impactan directamente en el éxito o fracaso de los cultivos: el agua y la temperatura.
Estas dos variables, que representan más del 90% de la responsabilidad en los resultados de los cultivos, no pueden ser controladas por los productores, pero sí se pueden mitigar mediante técnicas de manejo.
“Acá, la primicia con la que se trabaja es generar cobertura vegetal sobre los suelos”, remarcó Benedettini.
Explicó que, esta cobertura no solo ayuda a reducir la temperatura del suelo, lo que mejora el contacto de la semilla con el terreno y permite un nacimiento más homogéneo, sino que también actúa como un agente que conserva la humedad después de las lluvias.
“En un suelo con cobertura, generamos un colchón para absorber toda esa lluvia caída, lo que les permitirá a los cultivos ir aprovechándola paulatinamente”, indicó.
Impacto de la cobertura ante lluvias intensas. Este punto es crucial, ya que en la región se suelen registrar lluvias de más de 80 a 100 milímetros. “Sin cobertura, estos eventos provocan mucha erosión en los suelos, escurrimiento y un aprovechamiento nulo del agua. Sin embargo, con cobertura vegetal, los suelos pueden absorber el agua de manera más eficiente, lo que mejora considerablemente las condiciones para el desarrollo de los cultivos”, alegó.