Aunque a finales de 2024 había optimismo y buenas expectativas, la realidad del inicio de 2025 ha tomado un giro preocupante. La esperanza de una cosecha exitosa, que se mantenía hasta diciembre cuando el clima parecía favorable, se ha visto rápidamente opacada por la falta de lluvias. Este escenario, sumado a los precios bajos de los productos, ha incrementado la preocupación entre los productores, quienes temen que esta situación afecte profundamente su capacidad de recuperación económica y su sostenibilidad a largo plazo.
El productor agrícola de San Alberto, en Alto Paraná, Robson Affonso, expresó la inquietud que hoy persiste entre los productores.“Necesitamos que vengan esas lluvias el fin de semana para amenizar un poco la situación, pero las pérdidas ya están en el campo. Ya no vamos a llegar a cosechar esas 10 o 11 millones de toneladas que se mencionaron; a eso no vamos a llegar más, es imposible”, expresó.
Desde mediados de diciembre, la escasez de precipitaciones ha afectado de manera grave la producción de soja, que actualmente se encuentra en una fase crítica: el llenado de granos. Esta etapa del cultivo requiere al menos 10 milímetros de agua diaria, y desde el 19 de diciembre no se ha registrado una lluvia agrícola significativa en la región.
Si bien algunas zonas recibieron 12 mm de lluvia el pasado 2 de enero, muchas otras partes no tuvieron la misma suerte, lo que ha dejado pérdidas severas que ya no se pueden recuperar. “Uno piensa que lloverá y la soja se recuperará, pero eso no existe. Lo que se perdió, se perdió, ya no se recupera”, afirmó Affonso.
Los rendimientos actuales de algunas parcelas ya están por debajo de los 2.800 kilos por hectárea, y en otras se alcanzan los 2.300 kg, mucho menos de lo esperado.
En este escenario, la preocupación es mayor cuando se analiza el punto de equilibrio para los productores. “Sacando 3.800 kg/ha, sería un mínimo para poder equilibrar las cuentas, pero si el precio de la soja sigue bajo, necesitamos más kilos para cubrir nuestras deudas. El dinero del productor son los granos, y si no hay granos, no hay dinero”, subrayó.
Según dijo, no son problemas nuevos ya que se viene arrastrando desde el año pasado. “Es preocupante porque el productor ya no tiene capacidad para hacer más inversiones. Cada año que sale mal y queda con deudas requiere de al menos tres años buenos para poder volver a pagar la cuenta de un año”, añadió.
Por otro lado, sostuvo que los productores de Canindeyú y San Pedro, zonas aún más afectadas por la sequía, se enfrentan a una realidad aún más dura. En algunos puntos, la producción ya es nula, y la única alternativa es sembrar maíz o intentar un nuevo ciclo de soja.
Hasta el momento, alrededor del 15% de las parcelas ya están siendo cosechadas en la región, y no hay señales de que se alcancen los 3.000 kg por hectárea. Las expectativas para las parcelas que se cosecharán en la quincena de enero también son bajas, podría haber una leve mejora si las lluvias del fin de semana traen alivio. Sin embargo, la incertidumbre sobre el clima y los precios sigue siendo una amenaza constante para los productores.