Los sectores agropecuario y forestal se enfrentan a varios desafíos que deja con mucha incertidumbre a los productores y atentan contra la sostenibilidad del trabajo rural.
La variabilidad del clima y de las condiciones de precios y mercados para los distintos productos agropecuarios crearon un escenario de incertidumbre, al que nuevamente se suman los casos de hurto, abigeato, amenazas y ataques a las fincas, lo que afecta a distintas áreas del territorio nacional, según se destaca en el boletín de la Unión de Gremios de la Producción (UGP).
Integrantes del sector ganadero reportan el aumento de las denuncias por hurto y abigeato en zonas de Paraguarí, Concepción, Canindeyú, Central, Chaco y otros. En muchos casos los robos se realizan de manera sistemática y las brigadas de control no dan abasto.
Asimismo, la falta de agua y menor pastura está afectando al ganado. Los animales mueren y son trasladados para el reacomodo o son enviados a faena antes de lo previsto. Esto se da principalmente en la Región Occidental, donde la ganadería es una de sus principales fuentes de ingresos.
La producción de granos, cereales y vegetales también recibe el impacto de la falta de humedad, enfermedades y variaciones climáticas. Los productos de exportación se enfrentan a la caída de los precios, limitaciones de acceso a mercados y dificultades de navegación para el comercio.
Integrantes de la agricultura familiar reclaman mayores oportunidades de mercado a nivel nacional para colocar su producción. El segmento se encuentra trabajando en la mejora de la calidad a través de la tecnificación, inversión en tecnología y buenas prácticas para responder a los más altos estándares del mercado, y requieren de mayor apoyo para la fase de comercialización.
Por otra parte, la sequía también afecta el desarrollo de la producción forestal y propicia el inicio y expansión de incendios que afectan tanto al sector agrícola como al ganadero y forestal.
Cada uno de estos factores repercuten en la descapitalización de grandes y pequeños, la imposibilidad de pagar deudas, la reducción en las áreas de siembra, la disminución del hato ganadero y el debilitamiento de la dinámica económica.
El trabajo no para y la gente del campo sigue enfrentando estos distintos escenarios con valentía y entereza, pero requieren del apoyo integral de las instituciones públicas encargadas de velar por el bienestar y el desarrollo del campo paraguayo.