En el departamento de Canindeyú, la superficie sembrada con maíz zafriña creció alrededor de un 30% en comparación al año anterior. Actualmente, se estima que un 70% de toda la superficie mecanizada está dedicada a este cultivo, mientras que el 20% se destina a soja y un 10% a sorgo.
Según indicó a Valor Agrícola Celito Cobalchini, productor de la región, los precios actuales del maíz no son los más favorables, el costo de producción es bastante elevado y muchos productores calculan que apenas cubrirán sus gastos. Sin embargo, se mantienen expectativas de mejora, debido a una posible escasez del cereal, a la alta demanda y las expectativas de un año favorable para la carne y el ganado.
“En Canindeyú, empresas como Impasa y nuevas fábricas de balanceado para cerdos están impulsando el consumo interno, mientras que la proximidad con Brasil facilita la exportación”, alegó.
Sostuvo que el rendimiento promedio se sitúa entre 5.000 y 6.000 kilos por hectárea, aunque algunas parcelas más débiles no superan los 3.000 kilos, lo que representa un desafío considerando que el punto de equilibrio para el productor está entre 4.000 y 5.000 kilos, dependiendo del precio del grano.
“El maíz es un cultivo de alto costo, que requiere buena fertilización y múltiples aplicaciones para el control de plagas, especialmente la cigarrita. El costo de producción ronda entre los US$ 600 y US$ 650 por hectárea”, señaló.
Dijo que la siembra del maíz también se justifica desde el punto de vista agronómico, ya que permite la rotación de cultivos y mejora las condiciones del suelo para la siembra de soja en la siguiente campaña.
Por otro lado, se destacó que la mayoría de los productores de Canindeyú combinan la agricultura con la ganadería, en modalidades de cría o confinamiento. Este modelo de diversificación resulta clave en un año difícil, especialmente considerando que los precios del ganado se mantienen en niveles razonables, permitiendo cierta rentabilidad en el rubro cárnico, tanto para el consumo interno como para la exportación.
Alegó que el presente ciclo agrícola ha sido complicado por la falta de lluvias, lo cual afectó tanto a la cosecha de soja como a los primeros lotes de maíz. Las precipitaciones se regularizaron recién hace unas tres semanas, lo que favoreció a los cultivos sembrados más tarde, pero el impacto se sentirá principalmente en las tempraneras.