En un escenario donde la agricultura enfrenta desafíos cada vez más complejos a causa del cambio climático, la salud del suelo se ha convertido en un elemento esencial para asegurar la sostenibilidad y la productividad de los sistemas agrícolas. En este contexto, Neivo Fritzen, productor de Nueva Esperanza en Canindeyú y socio directivo de la APS, destacó en Valor Agrícola una solución prometedora para restaurar y mantener la salud del suelo: el sistema Santa Fe.
Este enfoque, desarrollado por varios agricultores, que combina la siembra de cultivos, como el maíz, con la siembra de Brachiaria ruziziensis, que busca mejorar la salud del suelo, aumentar la retención de humedad y reciclar nutrientes, lo que a su vez puede potenciar la producción de cultivos. “Si las plantas de soja están expuestas a un suelo desnudo, comienzan a perder plántulas; en cambio, con la cobertura adecuada, logran mantenerse y resistir”, afirmó.
Sostuvo que, debido a las dificultades que enfrenta el maíz en términos de mercado, precios y altos costos, es crucial diversificar y considerar una combinación de otras gramíneas, como miletos y crotalarias. “También es importante explorar diferentes mezclas de cultivos comerciales o simplemente utilizar coberturas”, explicó.
Indicó que, estas prácticas no solo protegen el suelo, sino que ayudan a recuperar los nutrientes que se filtran hacia el fondo con el agua. Las raíces de las plantas son capaces de traer esos nutrientes de vuelta a la superficie, donde estarán disponibles para los cultivos siguientes.
“Esto nos permite realizar siembras, germinaciones y el desarrollo de cultivos en las etapas iniciales”, remarcó.
Sostuvo que muchos todavía tienen temor de implementarlo, pero que los que vienen trabajando con este sistema son testigos de su eficiencia. “Esta práctica contribuye significativamente a una agricultura sostenible y a un buen sistema de buenas prácticas agrícolas”, expresó.