Tras varios años difíciles, la estabilidad en las lluvias ha generado un ambiente más favorable para la agricultura en el departamento de San Pedro. Las recientes precipitaciones han permitido a los productores continuar con la siembra, recuperar pasturas y planificar de cara al invierno del próximo año.

En una entrevista en Valor Agregado en Radio Asunción 1250 AM, el productor Rodolfo Grau destacó que, después de tres años complicados, este cuarto año parece traer un cambio positivo, impulsado por las lluvias recientes y una previsión más favorable respecto al fenómeno de La Niña. Sin embargo, advirtió que el negocio agrícola puede ser una “timba”: un año favorable puede resultar gratificante, pero un mal año puede tener consecuencias severas.

“Ahora, la gente se está lanzando a full a la siembra. Ya hay quienes han comenzado con la siembra tempranera, principalmente de soja, aunque también se están incorporando otras alternativas. Finalmente, la agricultura en San Pedro está diversificándose y ampliando sus horizontes. Esta estrategia es muy válida y, sin duda, una jugada inteligente”, indicó.

Señaló que desde 2003, viene trabajando en el sector agrícola en el norte del país, acumulando 21 años de datos y con eso se observa que los rendimientos promedio oscilan entre 1.800 y 2.100 kilos por hectárea en años favorables. Considerando un rendimiento base de 1.800 kg, el costo de producción directo, relacionado con la compra de insumos, es de aproximadamente 1.000 kg por hectárea de soja.

“Teóricamente, esto dejaría una ganancia de 800 kg, pero la realidad es más compleja. Desde una perspectiva financiera y empresarial, debemos incluir el costo del uso de la tierra, aunque estas sean heredadas. Esto implica un costo promedio de US$ 600 por hectárea al año. Por lo tanto, nuestro costo total de producción se eleva a aproximadamente 1.600 kg por hectárea”, explicó.

También mencionó que han tenido parcelas que dieron hasta 4.000 kg, pero también hay casos en los que algunas parcelas ni siquiera fueron cosechadas, ya que no valía la pena gastar en la cosecha y el uso de maquinaria para obtener una cantidad tan baja. “Es importante ser claros en este tema; a veces duele, pero hay que decirlo. El negocio de la agricultura es arriesgado. Un año puede ser muy interesante y gratificante, pero un mal año puede ser devastador. En nuestro caso, este año, el rendimiento en nuestra finca familiar fue de solo 632 kg por hectárea”, apuntó.

“Sumando todos estos indicadores financieros, para poder saldar mis deudas, necesitaría al menos de 1,5 a 2 años. Esto me permitiría limpiar mis deudas y estar en una mejor posición en el segundo o tercer año”, destacó.

Respecto al sector ganadero, afirmó que todos los productores “tenemos que reinventarnos” y contar con información precisa para tomar decisiones inteligentes.

Dijo que, uno de los puntos clave es la necesidad de incorporar la agricultura forrajera de manera estratégica, eligiendo cuidadosamente qué plantar, cuándo hacerlo y cómo se realizará la cosecha. “Debemos prepararnos para lo que podría ser el invierno del próximo año, teniendo en cuenta lo que sucedió en este, cuando experimentamos una helada a principios de junio. Esto ha cambiado radicalmente la dinámica en comparación con los tres años anteriores”, manifestó.

En relación a la curva de crecimiento de los pastos tras las recientes lluvias, comentó que la previsibilidad indica que, como suele ocurrir, el 60% de la masa verde en pastura se genera durante la curva de crecimiento estival, mientras que aproximadamente un 30% a 40% se produce en la época invernal. “Creo que este podría ser un año normal”, remarcó.

Respecto a los precios, expresó su preocupación por el aumento en los costos de producción. “Ojalá que no, pero creo que sí se incrementarán. En algún momento, esta ecuación debe sincerarse, y los productores deben recibir el precio que realmente merecen, algo que no está sucediendo en la actualidad”, expresó.