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Paraguay se destaca por su enfoque en la agricultura de conservación

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Paraguay se destaca por su enfoque en la agricultura de conservación

El Ing. Alf redo Molinas, asesor especializado en el área agroambiental, realizó un análisis de la evolución del sistema productivo en los últimos 20 años desde la perspectiva del desarrollo sostenible en el sector agropecuario.

Los datos de los últimos 20 años nos muestran que estamos en el camino correcto en el proceso del desarrollo sostenible, contemplando tres dimensiones: la ambiental, la económica y la social.

Se observó un crecimiento económico sostenido por 20 años gracias al sector productivo ampliado. Producimos y exportamos alimentos para 80 millones de personas de manera competitiva, sustentable y protegiendo el ambiente.

La cadena de valor, que incluye la producción agropecuaria y forestal, a la agroindustria y los servicios vinculados al campo, que es el motor de la economía paraguaya. La cadena representa el 74% del ingreso de divisas al país.

El Producto Interno Bruto (PIB) aumentó de USD 7.196 millones registrados en 2002 a USD 47.863 millones en 2022: casi 6 veces su valor. El PIB per cápita registró un aumento significativo, pasando de USD 1.312 a USD 6.421 en el mismo periodo de tiempo.

A nivel nacional e internacional, la agricultura paraguaya es reconocida como un modelo exitoso de agricultura de conservación, especialmente, la practicada en la Región Oriental.

Este hecho es ratificado por las actualizaciones compartidas por la Federación, en las que se destaca el lugar privilegiado del país a nivel mundial en este aspecto, con un porcentaje de entre el 90% y 95% de la superficie cubierta con el Sistema de Siembra Directa (SSD), es decir, sembrar sin arar. Esto permitió mejorar significativamente la productividad y rentabilidad de distintos rubros, además de otorgar grandes beneficios económicos, sociales y ambientales.

El Sistema de Siembra Directa y la aplicación adecuada y oportuna de buenas prácticas agrícolas y agronómicas permiten producir más en menos tierra, sin extender la frontera agrícola sino aumentando la materia orgánica en los suelos.

Estos modelos productivos también contribuyen al balance positivo de carbono, a través de una mayor absorción y almacenamiento de dióxido de carbono (CO2). La cadena de valor agrícola, forestal, agroindustrial y de servicios redujo un 10% sus emisiones, especialmente CO2. Pasó de 55,110.22 kilotoneladas medidas en el año 2002 a 49,855.53 kilotoneladas en 2022.

En conclusión, la agricultura de conservación se practica desde hace casi tres décadas en la Región Oriental generando impactos significativos para el fortalecimiento de la sostenibilidad. El país está en proceso de demostrar que no solo emite GEI, también es sumidero de carbono dentro de los agrosistemas.

Todos estos avances orientan nuestra estrategia de gestión ambiental hacia la adaptación a los impactos climáticos.